Al terminar El Congreso Eucarístico
internacional en Ecuador, nos deja un sabor misionero, sabiendo que toda
celebración Eucarística termina siendo enviados a llevar lo que hemos
vivido en la misa, la Buena noticia del evangelio de Jesús: “vayan en Paz”
La alegría del Señor sea nuestra fuerza, “Anunciad a todos la alegría del Señor
resucitado” En el nombre del Señor podéis ir en paz. Más que una
invitación es un mandato vayan y lleven la paz que han recibido.
El lema del Congreso: Fraternidad para
sanar el mundo, fue el telón de fondo de todas las intervenciones, pudimos
escuchar hermosas intervenciones y sentidos testimonios que nos hicieron ver
La Eucaristía no solo como punto de llegada sino como punto de partida.
Acudimos a celebrar en comunidad lo más
grande de nuestra fe, donde Cristo se hace entrega de amor, muriendo y
resucitando, el gran misterio culmen de nuestra fe que celebramos en
torno a una mesa, donde Cristo Eucaristía alimenta, con el pan de los fuertes y
trasforma nuestras vidas en espíritu fraterno y misionero.
La Eucaristía que se convierte en
una fraternidad redimida en Cristo, una Fraternidad en que contemplamos el
milagro que trasfigura nuestro corazón para trasfigurar el mundo. Eucaristía
que trasforma, para salir de este encuentro diferentes a como entramos. De una
fe personal a una fe comunitaria. Nos reconoce no solo como hijos de un Dios Padre,
sino como hermanos, miembros de una misma Iglesia, familia que debemos
amarnos y caminar juntos con una misma misión.
La Eucaristía que Evangeliza , santifica
y nos hace evangelizadores, misioneros de la nueva vida en Cristo, La Alegría
del Encuentro con Jesús eucaristía y con los hermanos que han compartido la
misma fe y se han alimentado del mismo pan y bebido del mismo vino, nos
convierte en hermanos que no solo hemos recibido el amor de Dios para
nosotros , sino que ese amor nos envía a multiplicarle, a amar a esos
hermanos heridos en nuestro mundo en que vivimos, a sanar esas heridas de un
mundo que sufre , un mundo hambriento de amor y de esperanza , un mundo
hambriento de paz y de justicia, un mundo que levanta sus manos vacías
y heridas para llenarlas de vida. Hoy la Eucaristía nos pide ser una
Iglesia samaritana que acoge y socorre este mundo herido
La Eucaristía nos lanza a salir y
compartir nuestra fe vivida en fraternidad, la Eucaristía es una fuerza que
trasforma, de una Iglesia anclada, cerrada en el culto o en los
ritos a ser una Iglesia en salida misionera, comprometida con
los pobres y necesitados de la tierra, con los olvidados, alejados y
excluidos, a los que Jesús anunció que venía a traer su buena noticia:”
El Espíritu del Señor está sobre mí, porque Él me ha ungido para llevar la
Buena noticia a los pobres. Lc.4, 18.
.Cada uno de nosotros debemos ser esa
buena noticia de Jesús que tantos hermanos en el mundo no conocen.
El Congreso Eucarístico nos ha enseñado
que la Eucaristía nos hace una Iglesia misionera y sinodal, nos
reconocernos como hermanos y como pueblo de Dios que camina unido, porque la
Eucaristía nos reúne y nos une, como los granos de la espiga que se trasforman
en el molino para hacerse un mismo pan, pan que se parte y se reparte.
Como cristianos misioneros nos
convertimos en mensajeros de Jesús que manda a sus criados a invitar al
banquete preparado.” Vayan a los cruces del camino e inviten a todos al
banquete…Mt. 22,9. Jesús quiere ser nuestro alimento y habitar en nuestro
corazón
Cuando cada día el Señor nos regala un
nuevo amanecer lleno de esperanza, no olvidemos que nuestro mundo en él nos
espera y en el camino debemos dejar las huellas de amor que Jesús nos
enseñó. La Eucaristía es el amor hecho alimento y compañía. “Yo soy el Pan de vida,…quien
coma de este pan vivirá siempre Jn.6, 51 yo estaré con ustedes hasta el fin del
mundos. Mt. 28,20
Cristo misionero nos quiere misioneros,
la Eucaristía nos hace misioneros, no olvidemos la Eucaristía punto de
llegada y punto de partida, punto de llegada para alimentar nuestra fe
punto de partida para compartirla.
Mons.
Rafael Cob, misionero burgalés