Fuerzas militares detuvieron a un
misionero italiano que denuncia el daño medioambiental que provocan las
minas de oro en la República Centroafricana. “El 27 de abril viajaba por
las orillas del río Ouham para ver si las industrias chinas que extraen
el el oro habían detenido sus trabajos”, asegura el padre Aurelio
Gazzera, un misionero carmelita en Bozoum, en el noroeste del país.
“Tomé algunas fotos y algunos videos de obras que nunca se han parado”,
algo que pide la población local porque la extracción de oro está
causando daños ambientales importantes (ver Fides 10/04/2019).
Los militares interceptaron al padre Aurelio cuando estaba
documentándose. “Los soldados me preguntaron por qué hacía las fotos.
Les respondí que no estaba haciendo nada prohibido especialmente porque
no estaba en la zona de la mina sino al otro lado del río Ouham”,
explica el misionero. “Los soldados estaban muy nerviosos y me
amenazaban y gritaban. Al final se llevaron mi cámara de fotos y mi
teléfono”.
Bajo custodia, los militares lo llevaron a la Brigada Minera, el
departamento militar a cargo de la defensa de las minas en la zona. “Al
atravesar la ciudad, la gente comprendió que pasaba algo”, dice el padre
Aurelio. “Al llegar al comando de la Brigada de Minería, una multitud
de jóvenes, mujeres y personas se acercaron de inmediato pidiendo que me
liberasen. La situación era casi cómica: los militares no sabían qué
hacer y mientras tuve que estar allí esperando ... A los pocos minutos
dijeron que me liberaban pero yo no quería marcharme sin mi cámara y sin
mi teléfono”, recuerda el sacerdote.
“Toda la ciudad salió a las calles celebrando mi liberación y enfadada
con las autoridades y, sobre todo, con la compañía china. Regresé a la
misión pero la situación en la ciudad se complicó porque la gente
comenzó a levantar barricadas y prendió fuego a un vehículo de la
compañía china. Querían emprenderla contra los trabajadores chinos por
lo que tuve que regresar a la ciudad con el prefecto y el fiscal para
calmar a la población. Pero justo en ese momento, una vehículo de las
FACA (el ejército) llegó a toda velocidad con una docena de hombres
armados. La multitud (entre 3 y 4.000 personas) les obligó a retroceder.
El ejército comenzó entonces a disparar a la gente y tuvimos que
tirarnos al suelo. Gracias a Dios nadie resultó herido”.
Después de que los militares se fueron, el padre Aurelio habló a la
población instándola a evitar la violencia recordando que “el problema
de la explotación salvaje de los recursos naturales debe estar regulado
por la ley”.
FUENTE: (L.M.) (Agencia Fides 2/5/2019)
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