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El domingo 23 de julio nos reunimos en la histórica villa de Sasamón para celebrar el Día del Misionero Burgalés. Estos encuentros se vienen celebrando de una manera ininterrumpida desde el año 1987. Por lo tanto, este año ha sido el nº 31. Los primeros encuentros se celebraron en los pueblos más importantes y grandes de la provincia. Ahora el criterio de elección toma en cuenta la geografía de la diócesis, fijándonos en pueblos que tengan condiciones físicas para el encuentro: polideportivos, salones comunales amplios, pero, sobre todo, que sean pueblos que tengan misioneros en activo. Sasamón, en estos momentos, tiene tres: dos religiosas en Perú y Colombia y un sacerdote en Zimbabwe, Luis Carlos, que ha estado presente. Las banderas de estos países ondeaban junto a las banderas de España y la autonomía de Castilla y León en los balcones del ayuntamiento.

Estos encuentros intentan poner en primer plano a los “Misioneros/as de la Diócesis”. Ellos son sacerdotes, religiosos/as y laicos, que han nacido a la fe en nuestras comunidades parroquiales, han alimentado esa fe en las catequesis, en las escuelas, en los grupos apostólicos, en las familias cristianas; la han hecho vida y compromiso y la han celebrado en la liturgia y han sido enviados a anunciarla y compartirla con otras comunidades eclesiales fuera de España.

Junto al misionero/a hay siempre una familia. A estas familias del misionero/a que parte a evangelizar, queremos que ese día represente un gesto de gratitud. Ellas han ofrecido uno o varios  de sus hijos o hermanos, o tíos, para esta tarea de evangelización en la comunión universal.

A partir de las once de la mañana comenzaron a llegar familiares y misioneros a esta villa de Sasamón que nos acogió con una gran alegría. A las 12,30 fue la bienvenida de las autoridades desde el balcón del ayuntamiento que da a la plaza donde también se encuentra la Iglesia. Habló el alcalde, el cura párroco, el delegado de misiones y el sr. Arzobispo. De ahí nos trasladamos a la Iglesia de Santa María la Real, de porte catedralicio, llamada también Colegiata de Santa María la Real. Este templo de grandes dimensiones es el tercero en tamaño de la provincia de Burgos, después de la catedral y de la iglesia de la Asunción de Melgar de Fernamental. En el templo no cabía ni un alfiler entre los residentes del pueblo y los misioneros/as y familiares llegados de la provincia. Presidió D. Fidel Herráez, nuestro arzobispo, acompañado de 14 sacerdotes, misioneros en activo y algunos ya retornados.

Nuestro arzobispo, desde su llegada a la diócesis, entendió que llegaba a una diócesis con un gran historial misionero. De ahí que se congratulara del aporte misionero a la misión universal y nos invitara a seguir saliendo. “La diócesis, nos dijo, tiene que seguir siendo fiel a este espíritu misionero que siempre la ha animado y que es reconocida en el ámbito eclesial español como una iglesia con un gran espíritu misionero que se plasma en cantidad de iniciativas y en el número de sus misioneros/as”.

La ceremonia fue preciosa con un coro del pueblo que había aprendido para este día canciones misioneras que le había proporcionado la delegación de misiones y que nos ayudaron a todos a vivir la comunión entre los que estábamos presentes y los que estáis en los diferentes países. Estos días, en la delegación, hemos recibido cantidad de comunicaciones de muchos de vosotros que os uníais a nosotros en esta celebración. 


Terminada la eucaristía nos dirigimos al Centro Cultural del pueblo donde se habían preparado mesas para doscientos comensales. En el camino íbamos acompañados por la música de unos dulzaineros. Al final de la comida, el ayuntamiento del pueblo, la parroquia y una fábrica de quesos que hay en el pueblo hicieron un presente a los misioneros presentes que estaban de vacaciones o que habían regresado para quedarse. Siguió la sobremesa con música amenizada por Richi y Ana, que últimamente nos acompañan siempre que tenemos algún encuentro misionero.

A las 17,30 regresamos al templo para tener la oración misionera. Un rosario y en cada misterio un testimonio: dos religiosas y tres sacerdotes intercalaron sus vivencias desde Nicaragua, Niger, Cuba, Tailandia y Brasil. Concluimos con la letanía misionera a la Virgen y el canto popular de la salve. Luego, quienes quisieron, tuvieron una visita acompañada por el templo-catedral de Sasamón.

Fue un día muy hermoso y entrañable y todos quedamos con las ganas de volvernos a encontrar el año que viene, posiblemente en algún pueblo al norte de la provincia.