Foto: Pixnio - Fuente: Kienyke.com |
Llegó
la noticia a todos los puntos cardinales de la tierra, la Amazonia está
ardiendo ¿Quién apagará este fuego? En el interior del corazón brotaba la rebeldía
contra aquellos que provocan los incendios, se nos pasaba por la cabeza muchas ideas,
entre ellas la obligación de practicar las obras de misericordia con la
Amazonia, entre ellas, consolar al triste,
corregir al que yerra enseñar al que no sabe, … ¿no sabrán lo significa la
Amazonia para todo el mundo? habrá que corregir las equivocaciones que cometemos
con la Amazonia …ya creemos que
acompañar este duelo amazónico nos puede ayudar a todos los que se sienten
solos en la amazonia, a los que se sienten tristes en la amazonia. a los que
pierden la esperanza en la amazonia a los que se preguntan ¿Qué podemos hacer
ante este panorama desolador de la Amazonia?
Contemplamos el territorio amazónico y vemos cientos de miles de hectáreas que han sido pasto de las llamas, ¿Cómo resucitar esa vida que se perdió? Pues el territorio de la selva con su fauna y su flora que se perdió, es vida para los pueblos que en ella habitan y para el mundo entero que respira.
Contemplamos el territorio amazónico y vemos cientos de miles de hectáreas que han sido pasto de las llamas, ¿Cómo resucitar esa vida que se perdió? Pues el territorio de la selva con su fauna y su flora que se perdió, es vida para los pueblos que en ella habitan y para el mundo entero que respira.
Volvamos
a la vida que permanece porque el fuego no podrá destruir la esperanza y las
ganas de vivir de todo lo que nace en el corazón justo y generoso del hombre.
Dios Padre y Madre, nos enseña a buscar siempre su vida a defenderla y a protegerla.
Por ello seguiremos acompañando este duelo, de sus cenizas surgirá la nueva
vida, soñando juntos, caminando juntos, construyendo juntos.
Cuando
nos encontramos en la recta final de iniciar el Sínodo de la Amazonia,
pareciera que los enemigos de la Amazonia se han despertado con nuevos bríos
queriendo arrancar de raíz este bendito suelo que Dios nos dejó como muestra de
la vida en plenitud a la que todo el planeta tierra tiene derecho.
No solo se despertaron las
expectativas de esperanza para los pueblos que vivimos en esta región del planeta,
ante los desafíos latentes, en defensa
de la vida de los pueblos y sus territorios ,la Iglesia que camina en esta
Amazonia llevando la buena noticia del evangelio y acompañando a las
comunidades, que sienten que ese Dios de sus culturas ,es un Dios cercano, que
nos ha enviado a su hijo Jesucristo, palabra y comida para todos los pueblos, luz
que nos ilumina y nos purifica, para fortalecer
la fe y la esperanza junto a los valores
sembrados en esas semillas de sus culturas y en la vida que florece y crece cada día con el sol y con el agua, vida que la Amazonia guarda .
También se despertaron las voces
discordantes y vacías de un
espíritu constructivo de comunión y
unidad eclesial, buscando juntos caminos
nuevos con espíritu sinodal, hoy
debemos sentir la voz del Espíritu que empuja
a la Iglesia con nueva fuerza
haciendo que este tiempo concreto que vivimos sea el Kairos divino y
providencial que Dios nos da para con El,
salvar la casa común que es nuestro planeta tierra.
Los nubarrones comenzaron a
salir queriendo obscurecer el esfuerzo
común de una Iglesia misionera y en salida que lucha por la dignidad y la
justicia de los pueblos marginados y excluidos
,ante las voces delos agoreros de desgracias que pareciera querer
retorcer argumentos que llevan a confundir y desorientar la fe del pueblo
sencillo , sin querer ver la luz y
claridad de una sabiduría que Dios manifiesta a través de la sabiduría
ancestral de los pueblos amazónicos ,
como diría Jesús en su oración de
alabanza, ”te doy gracias Padre porque has ocultado estas cosas a los que se
creen sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla” Mt.11,25
Por si esto fuera poco, llega el
humo y las llamas de un fuego devorador que esta destruyendo la vida de plantas y animales, arrasando la gran biodiversidad
de nuestra Amazonia, queriendo dar muerte a
la esperanza de una tierra que grita y se retuerce en el dolor de un
fuego que asfixia y destruye el pulmón
de nuestro planeta tierra, la ambición y
la codicia una vez más se hace presente robando la vida, cambiando la
necesidad de tantas toneladas de oxígeno
producidas por los árboles y la flora
amazónica ,por toneladas de dióxido de carbono que producen los incendios,
dejando a su paso el negro rastro de los tizones humeantes y las cenizas que hablan por sí solas, de la insensatez y la tragedia , de la
indiferencia e intransigencia de los ciegos que no quieren ver y los sordos que
no quieren oír.
Cubriendo
de luto con un manto negro lo que fue
nuestra verde Amazonia ,como
Iglesia levantamos nuestra voz profética de denuncia y exigimos no solo justicia ante los males
producidos ,también asumir compromisos para que la locura humana y sus
consecuencias no la tengan que sufrir los pobres y excluidos de siempre, sino los
irresponsables que miraron a otro lado o como la avestruz escondieron la cabeza
no queriendo ver los peligros que se vienen cuando se actúa sin pensar en los
demás ni en el bien común , sino pensando
en su ego y ambiciones
inconfesables que llenan hoy de luto a nuestra tierra.
Estamos
de luto y de duelo porque la madre tierra ha sido herida gravemente. En medio
de la soledad en la que queda nuestra Amazonia, Dios no nos abandona, escucha
nuestros gritos como escuchó los de su pueblo en Egipto, Alzamos nuestra oración
a Dios con todos los pueblos y todas sus lenguas, para que el Sínodo Amazónico tome mayor fuerza , para que el mundo sepa
que lo que busca en este camino sinodal es, la defensa de la vida con el
compromiso de una conversión ecológica integral que urge y abrir nuevos caminos para la
evangelización en la Iglesia que son necesarios.
Monseñor Rafael Cob Garcia