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Presentación del Simposio de Misionología a cargo de Roberto Calvo



A lo largo de toda la historia las migraciones han sido un fenómeno cotidiano. Pero hoy día adquiere una mayor densidad y, en muchos mayor, un mayor dramatismo. Esta itinerancia es un fenómeno global: las personas se mueven dentro de sus países, de un país a otro y de un continente a otro. Las razones, y también las consecuencias, son múltiples.
La Iglesia, en su historia bimilenaria, se ha sentido peregrina. Ya desde el comienzo se descubrió misionera. Tenía que salir del cenáculo y el Espíritu la empujaba a la plaza pública y a recorrer los caminos de la historia para llegar hasta “el fin del mundo”. Allá donde llegaba, se encontraba con hombres y mujeres enraizados en otras culturas. Pronto descubrió que su misión tenía que estar inculturada. Juan Pablo II lo expresaba así:
“Al desarrollar su actividad misionera entre las gentes, la Iglesia encuentra diversas culturas y se ve comprometida en el proceso de inculturación. Es ésta una exigencia que ha marcado todo su camino histórico, pero hoy es particularmente aguda y urgente. El proceso de inserción de la Iglesia en las culturas de los pueblos requiere largo tiempo: no se trata de una mera adaptación externa... Es, pues, un proceso profundo y global que abarca tanto el mensaje cristiano como la reflexión y la praxis de la Iglesia. Pero es también un proceso difícil... Por medio de la inculturación la Iglesia encarna el Evangelio en las diversas culturas y, al mismo tiempo introduce a los pueblos con sus culturas en su misma comunidad ... Gracias a esta acción en las iglesias locales, la misma Iglesia universal se enriquece con expresiones y valores en los diferentes sectores de la vida cristiana” (RMi 52).
El Espíritu Santo, protagonista de la misión, hace que el único Evangelio de Cristo, fecunde las diversas culturas y, a su vez, hace que la propia Iglesia lleve el rostro enriquecedor de tantas culturas, como nos recuerda el papa Francisco:
“La evangelización reconoce gozosamente estas múltiples riquezas que el Espíritu engendra en la Iglesia. No haría justicia a la lógica de la encarnación pensar en un cristianismo monocultural y monocorde. Si bien es verdad que algunas culturas han estado estrechamente ligadas a la predicación del Evan¬gelio y al desarrollo de un pensamiento cristiano, el mensaje revelado no se identifica con ninguna de ellas y tiene un contenido transcultural. Por ello, en la evangelización de nuevas culturas o de culturas que no han acogido la predicación cristiana, no es indispensable imponer una deter¬minada forma cultural, por más bella y antigua que sea, junto con la propuesta del Evangelio” (EG 117).

Ahora bien, las personas se mueven y dejan sus huellas atrás. Sus propias vidas se ven profundamente afectadas; pero también las vidas y las culturas de las poblaciones en las que se establecen. Culturas que anteriormente eran homogéneas cada vez se hacen más heterogéneas, y la convivencia intercultural genera sus propios desafíos.
La Iglesia existe por y para la misión. Y esta misión está relacionada con Dios y la buena nueva del Evangelio, las personas, las culturas, las religiones, las criaturas y el cosmos. El fenómeno global migratorio y su raigambre multicultural se convierte en nuestros días en un auténtico reto y en una verdadera oportunidad (kairós) para la tarea evangelizadora de las iglesias. Como nos ha recordado el papa Francisco en su Mensaje para la Jornada de las Migraciones (2017), hemos de ser
“conscientes de que el fenómeno de la emigración no está separado de la historia de la salvación, es más, forma parte de ella. Está conectado a un mandamiento de Dios: ‘No oprimirás ni vejarás al forastero, porque forasteros fuisteis vosotros en Egipto’ (Ex 22,20); ‘Amaréis al forastero, porque forasteros fuisteis en Egipto’ (Dt 10,19). Este fenómeno es un signo de los tiempos, un signo que habla de la acción providencial de Dios en la historia y en la comunidad humana con vistas a la comunión universal. Sin ignorar los problemas ni, tampoco, los dramas y tragedias de la emigración, así como las dificultades que lleva consigo la acogida digna de estas personas, la Iglesia anima a reconocer el plan de Dios, incluso en este fenómeno, con la certeza de que nadie es extranjero en la comunidad cristiana, que abraza ‘todas las naciones, razas, pueblos y lenguas’ (Ap 7,9). Cada uno es valioso, las personas son más importantes que las cosas, y el valor de cada institución se mide por el modo en que trata la vida y la dignidad del ser humano, especialmente en situaciones de vulnerabilidad, como es el caso de los niños emigrantes”.

Diversos ámbitos misioneros y misionológicos están abordando esta temática. Por ello, al celebrar el 28 Simposio de Misionología, los organizadores hemos visto oportuno dedicarle al tema En una sociedad milticultural, ¿qué misión y qué pastoral?
Desde aquí, lo hemos estructurado en torno a estas ponencias. Se parte de la dimensión antropológica para descubrir cómo la/s cultura/s son un constitutivo fundamental en la identidad, el crecimiento y el desarrollo de las personas y, por tanto, la dimensión trascendente se expresa en numerosas formas culturales. Ahora bien, ¿cómo abordar el nuevo paradigma multicultural que se está gestando a nivel planetario? (Mario Jabares Cubillas, OP).
La Iglesia, en y desde sus iglesias locales, está llamada a partir de Pentecostés a “hablar todas las lenguas” para que todas las personas insertas en culturas diversas puedan acoger y vivir el Evangelio del Reino. Esta tarea permanente se hace más imprescindible en nuestros días dado que el proceso de globalización hace emerger un mundo diferente y nuevo. Ahí es donde las iglesias han de encarnarse para mostrar al mundo una misión en catolicidad (Santiago Madrigal, SI).
Ahora bien, ¿cómo perfilar y desarrollar una misión desde el paradigma de la multiculturalidad? La misión ad gentes  hoy no se puede realizar más que en contextos multiculturales, lo cual plantea desafíos nuevos tanto para la reflexión, la vida, las prácticas y la espiritualidad de los misioneros (Carlos Collantes, Misionero Javeriano).
El papa actual no sólo procede del “fin del mundo” sino de un país multicultural, experiencia que se refleja en su magisterio pontificio, en sus gestos y en su invitación a la conversión pastoral misionera. ¿Cuál es el pensamiento del papa Francisco respecto a los refugiados? (Eloy Bueno de la Fuente).
Dado que la misión nunca ha de ser unidireccional y que en nuestras propias iglesias europeas múltiples culturas cohabitan y hacen surgir fenómenos culturales nuevos, ¿de qué manera se ha de desarrollar una pastoral en misión intercultural entre nosotros?, ¿qué conversión pastoral-misionera se ha de dar en las diversas comunidades eclesiales para que el Evangelio pueda ser testimoniado, proclamado, vivido y celebrado “en todas las lenguas”? (Roberto Calvo Pérez).
El cambio de paradigma desde unas sociedades globalizadas nos hace comprender y situar la misión en los países de vieja cristiandad. Por ello, ¿cómo desarrollar una misión multicultural desde el corazón herido de Europa (Bruselas)? (Agustín Arteche, Padres Blancos).
En un clima más dialogal y práctico, las mesas redondas de las tardes aportarán su reflexión. 1ª. Desde el ámbito misionero estricto: a) La opción multicultural  de la misión ad gentes para los Oblatos (Ángel Nuño López). b) La acción misionera en la multiculturalidad asiática (Luis Miguel Áviles, IEME).
2ª. Desde las iglesias de vieja cristiandad, en concreto ésta de Burgos: a) Una acogida multicultural como profecía misionera de la vida religiosa (Isabel Olazagoitia Olano, Hija de la Caridad). b) Los retos de la multiculturalidad para la pastoral de una iglesia local (José Luis Lastra Palacios, Vicario pastoral de Burgos).


Nuestro saludo a todos y a cada uno que nos vais acompañar durante estos días. Nuestro agradecimiento sincero a los ponentes que tan rápida y gustosamente aceptasteis la invitación. Nuestro deseo es que en este simposio se cree un sincero y participativo clima de diálogo y debate. Que el Espíritu siga bendiciendo nuestras vidas y alentando nuestras tareas misioneras.