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TESTIMONIO VIVO : Una vocación misionera

 “Desde MISEVI trabajamos por los más pobres y su dignidad en todo el Mundo”

Guillermina Manchado Contreras, nació en la localidad burgalesa de Rabanera del Pinar en 1969. Allí vivió hasta los 9 años y posteriormente en la capital burgalesa estudió Bachillerato en el colegio del Círculo Católico y Magisterio. Tiene una hermana y un sobrino. En el Colegio del Círculo fue donde conoció y se vinculó a Juventudes Marianas Vicencianas, impregnándose del carisma de ayuda a los pobres de San Vicente de Paúl. En 1988 viajó a Bolivia como misionera seglar durante dos meses, estuvo en Cochabamba y Trinidad. Tras esta experiencia pidió ir de misión en envío permanente y fue destinada a Honduras donde permaneció 16 años en San Pedro Sula y La Mosquitia. Tras crearse MISEVI (organización de Misioneros Seglares Vicencianos),  su misión se desarrolla en Mozambique y actualmente en Angola, donde lleva cinco años en la ciudad de Lobito con diversos proyectos de ayuda  a los necesitados, en los que colaboran también instituciones burgalesas.

 ¿Cómo surge tu vocación misionera?

Fue cuando estudiaba en el colegio del Círculo Católico, allí conocí a Juventudes Marianas Vicencianas y fui formando mi fe conforme al carisma de San Vicente de Paúl. Hacíamos visitas al hospicio, donde había niños huérfanos y de familias pobres, entonces me di cuenta de que quería dedicar mi vida y mi tiempo al servicio del prójimo, de los más necesitados, por eso, tras terminar la carrera de magisterio, cuando surgió la posibilidad de ir en misión de dos meses a Bolivia, no tuve ninguna duda en querer vivir esa experiencia. Y en Bolivia se reafirmó todavía más mi vocación misionera.

¿Es Dios quien nos marca ese camino?

Está claro que no se afronta esta experiencia de vida si no hay una verdadera vocación y una petición de Dios detrás de ello, porque esto no es una aventura para pasarlo bien, yo no me fui de aquí por gusto y sin tener claro y pensar muy bien lo que hacía. Dar un paso así es el resultado de una llamada y de estar convencida de que si no lo hacía, no iba a ser realmente feliz. Y estoy muy contenta de la elección que hice.

¿Cuál es la regla principal de Misioneros Seglares Vicencianos?

Fundamentalmente es sentirse bautizado, parte de la Iglesia y enviado. Y como vicentinos servir a los más pobres. Eso es lo principal, tratar de buscar siempre la dignidad de las personas, y trabajar en favor del ser humano, especialmente del más pobre, del que más nos necesita, del más apartado. Queremos que cada persona pueda sentirse lo más válida posible y desarrollarse como tal, haciéndolo en nombre de Dios y por la dignidad que todos nos merecemos.

Has visitado varios países en tus misiones, como Bolivia, Honduras y ahora Angola, ¿dónde has encontrado más necesidad?

Medir la pobreza es difícil, porque en cada país es diferente. Hay una pobreza física en cuanto al dinero y las condiciones para el desarrollo, no solo en materia económica, sino en cuanto a la educación y la salud. Es muy triste la cantidad de niños que mueren debido a la malaria, que viven con mucha precariedad en sus viviendas y también pasan hambre. Frente a esto hay que destacar otras cosas, como la alegría, las ganas de trabajar, el esfuerzo de las mujeres, el respeto a los ancianos, hay muchas cosas que destacar muy positivas en estas sociedades.

¿Qué Iglesia te has encontrado en estos países?

En la mayoría son iglesias jóvenes, que se están gestando, pero con ganas de encontrar a Dios, de compartir y de crecer en la fe, unas iglesias alegres y participativas, más que en Europa. En África hay misas de tres horas en las que participan más de quinientas personas, con una liturgia festiva y muy alegre.

¿Hay más crisis de fe aquí?

 Me parece que sí. Da la impresión de que ahora aquí hablar de Dios o hablar de fe es algo obsoleto, olvidado, casi vergonzoso, cuando en estos países formar parte de la Iglesia, participar en la parroquia, animar en la fe es algo que se ve como positivo, bonito y bueno, mientras aquí parece como algo decadente, superado. También entiendo que aquí hay una parte de la iglesia que es dinámica y activa, que no conozco mucho, pero lo que sí me parece necesario aquí es cambiar la imagen, ofrecer una Iglesia más alegre, solidaria y cercana a todos.

¿Qué proyecto desarrolláis ahora desde MISEVI en Angola, en la ciudad de Lobito?

Cuando llegamos a Lobito vimos una serie de necesidades y nos hemos centrado sobre todo en carencias que no estaban atendidas. Destacaban sobre todo la gran cantidad de enfermos alcohólicos que no estaban atendidos y como consecuencia también muchas personas padecían de trastornos mentales, en ocasiones sin ningún tratamiento, viviendo en la calle y en otros casos encadenados en sus casas. Ante todo ello, hemos creado un programa de Salud Mental, para atender a todas estas personas, incluso niños con deficiencias mentales por haber padecido malaria.

Y con buenos resultados…

Sí, atendemos a más de 100 personas y es muy bonito ayudar a gente que ha estado encadenada en su casa y que ya pueden recibir tratamientos a través de un psicólogo o un psiquiatra. Y ver como mejora su salud y vuelven a ser respetados socialmente, porque aquí al enfermo mental, por condicionantes culturales no se le respeta mucho y son marginados. Buscamos mejorar su calidad de vida y su respeto social.

MISEVI también está en Burgos y podemos colaborar ¿no?

Sí, en Burgos hay un grupito de personas que realizan actividades para recaudar fondos y hay empresarios y personas particulares que hacen donaciones y colaboran en nuestros proyectos. Recientemente hemos recibido un donativo de  Fundación Cajacirculo e Ibercaja y quienes deseen colaborar o interesarse por lo que hace Misevi, pueden informarse en la página web misevi.es, se lo agradeceremos mucho.