• DOMUND 2024


    ¡Colabora con las misiones!
  • MEMORIA DE ACTIVIDADES 2023


    ¡Mira un resumen de todo lo que hicimos!
  • MEDITACIÓN DIARIA


    ¡Reza con nosotros por las misiones!
  • SUPERGESTO


    La revista para jóvenes, ahora en formato 100% digital

XXII ANIVERSARIO EPISCOPAL DEL OBISPO DE PUYO

 Hemos encontrado al Mesías: Jn.1, 35-42: Vengan y vean.

Is.55,8 Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos


Queridos misioneros y misioneras. Nos reunimos hoy como familia misionera, todavía dentro del marco de la Navidad, como cada año, celebrar un aniversario más de mi ordenación episcopal que un 6 de enero el S. Papa Juan Pablo II realizó en la basílica de S. Pedro en  Roma.

Ciertamente que en la vida hay acontecimientos que nunca se olvidan y que dejan huella profunda porque cambian los planes y proyectos de las personas.

¿Quién sabe los pensamientos y proyectos de Dios? Solo Él y a los que quisiera revelárselo.

Yo nunca pensé ni desee que el episcopado entrara a formar parte de mi vida, llegue a esta tierra amazónica con casi 4 décadas de mi nacimiento para cumplir mi proyecto de ser un sacerdote misionero en un lugar del mundo donde Dios me necesitara para servirle entre la gente pobre. Llegaba a esta selva ecuatoriana donde nos encontramos y han pasado más de 30 años. Llegaba queriendo sembrar la esperanza y el amor de Dios con mucha alegría e ilusión como muchos misioneros y misioneras, para dar la vida sirviendo a Dios en los más pobres y construir su Reino en esta tierra.

Dejando atrás mi tierra, mi patria y mi familia, me lance mar adentro por los caminos de la Misión, como que los caminos y las montañas se iban enderezando y allanando con el pasar de los días y de los años, me sentí feliz en las parroquias que la autoridad me encomendaba, comprendía que lo que se me pedía en una Iglesia que estaba en implantación,  como es una Iglesia misionera, necesitaba misioneros y misioneras con disponibilidad total para hacer realidad los proyectos de Dios.

Nunca se me paso por la cabeza que esa disponibilidad misionera   de ponerse en las manos de Dios, me iba a pedir asumir la dura tarea del episcopado en una tierra de Misión.

Podemos pensar que nos gusta cumplir años cuando somos niños y cuando somos jóvenes, compartir la alegría y el aniversario de que un día nacimos y Dios nos regaló la vida para compartirla con los nuestros, me gusta ver ese pequeño pueblo  donde nací, donde poco ha cambiado, pero  el paisaje  inolvidable de mi tierra de Castilla en La Horra  Burgos  (España), las viñas y el trigo parece que nada ha cambiado, pero si miramos a las personas, si han cambiado, pocos  niños y muchos ancianos. Los pueblos se vacían en Europa y  van quedando los ancianos  guardando las raíces.

Allí queda la Iglesia donde aprendí  a ser fiel monaguillo, fiel testigo de mi infancia, los hermanos fuimos cada uno saliendo para hacer realidad los proyectos de nuestras vidas, salieron los amigos, muchos  vecinos pasaron a mejor vida, el paisaje no ha cambiado, sigue el monte, la fuente, la escuela  y tantos recuerdos, y aunque se diga que de recuerdos no se vive  sin embargo nadie puede olvidar sus raíces.

 Llegar hace mas de 30 años a esta ciudad Puyo, que en aquel entonces, 1990, me parecía un pueblo grande, donde para llegar pasábamos por el desfiladero de la carretera desde Baños  por un precipicio intermitente  y peligroso donde no había  ni un kilómetro de asfaltado, ni túneles, solo lastrado de lodo y de huecos, no había tantas cosas que hoy tenemos, pero hoy vemos que se convirtió en una gran ciudad a pasos agigantados  y no ha sido sin sacrificio.

Este pueblo si ha cambiado como también la Iglesia y su vida  que vimos  al llegar. Lo mismo podría decir los misioneros que me antecedieron en la misión y hoy aún están entre nosotros, pero  ¡cuánto queda  hoy por cambiar! 

Un día Dios me pidió salir de mi pueblo, volar por los aires y llegar a otro continente que  el Papa S. Juan Pablo II me decía  el día de mi consagración episcopal: “me traes a la mente, América, continente de la esperanza por el que hemos celebrado recientemente una asamblea especial  del Sínodo de los Obispos” .la palabra esperanza la volvió a repetir cuando en su homilía me decía, “tu misión es rica en esperanzas.” Ojala no hayamos defraudado esa esperanza de Dios.

Han pasado 22 años desde aquel día en que el Papa puso sus manos sobre mi cabeza y me consagró como obispo de la Iglesia  católica , volver la vista a tras para recordar aquel día en que me encomendaba ser el obispo y pastor de esta Iglesia misionera, es para decir hoy  a Dios,  Gracias, porque siendo yo indigno de que te fijaras en mí, me llamaste para seguirte,  y así como un día me hiciste sacerdote de tu pueblo para servir a la Iglesia universal hace más de 44 años, de igual manera me consagraste para ser padre y pastor de esta Iglesia particular del Vicariato de Puyo. Por eso hoy a vosotros, sacerdotes, misioneros y misioneras, seminaristas  laicos comprometidos que compartís conmigo esta tarea de la evangelización,  os invito a uniros en mi acción de gracias  y a pedir a Dios que nunca me falte su gracia para cumplir su misión, siendo fiel a su llamada a pesar que haya que pasar momentos muy duros, que saboreamos la amargura , el transitar   por cañadas oscuras en que en verdad sentimos que el va con nosotros porque de otro modo no lo hubiéramos podido superar.

Muchas cosas podríamos contar  de esta nuestra historia tejida por tristezas y alegrías  pero siempre con fe y esperanza .Hoy en el evangelio de la llamada de los primeros discípulos que compartieron su vida con Jesús, resuena su pregunta  y su respuesta. ¿Qué buscáis? Venid y veréis y se quedaron con EL. (jn1, 38-39)

 También nosotros, como Juan y Andrés hemos sentido en nuestro corazón, el deseo de conocer a Jesús, de compartir su vida, y él nos ha invitado a vivir con él, fueron y vieron donde vivía  y se quedaron con él. La llamada a la misión es una llamada que seduce, que atrae, que encandila  y que convence, “la llamada a la misión” no es cualquier llamada  .¿ y porque ? porque es El, el que la sostiene, el que marca el camino  por donde seguir,  el que acompaña, anima y nos levanta de nuestras caídas para llegar a la cima de la entrega del sacrificio, del amor gratuito, de sentir que en verdad el corazón se llena de  paz  y  alegría, de saber que somos sus instrumentos por los cuales Dios deja sembrando el amor que florece.  Que hermosos los pies del mensajero que por el monte trae la paz.Is.52,7. La buena noticia que Jesús nos mandó predicar “Vayan por todo el mundo y anuncien el evangelio a todos los pueblos” (Mc 16, 15-18)

La invitación de Jesús a Juan y Andrés  en aquella tarde que Juan nunca olvidará  “vengan y vean” no quedaría en una visita sin consecuencias, una visita sin producir fruto, y es que el verdadero encuentro  personal con Jesús  no deja a nadie indiferente, Andrés saliendo de aquel encuentro  fue a buscar a su hermano Simón  y le dijo: hemos encontrado al Mesías, al Cristo. Que les habría dicho Jesús en aquel encuentro para anunciar Andrés con esa afirmación, hemos encontrado a Cristo, era algo que lo sentía tan fuerte en su corazón, que le quemaba, no podía retenerlo, lo tenía que decir a alguien, y ahí va a contarlo a su hermano Simón que quizá era en el que más confiaba, como se lo diría, que  Simón le sigue hasta presentarse a Jesús. Ese es el misionero que contagia con su palabra que lleva antes en su corazón ardiente, el deseo que otros también conozcan lo que él ha conocido. debemos ser no solo luz sino fuego que arde y que quema.

El evangelio nos dice, que Jesús le miró fijamente a Simón, como seria esa mirada de Jesús, para cambiarle de nombre, una mirada trasformadora penetrante, y decirle:...” tú eres Simón   Hijo de Juan, tú te llamarás Kefas”  que quiere decir piedra. Jn.1, 42) todo un proyecto de vida nueva para Simón,  y seguiría escuchando, desde hoy serás pescador de hombres no de peces. Y seguiría escuchando más adelante, ¿Pedro me amas más que estos?   tú sabes que te amo. Apacienta mis ovejas”. Tu eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y las puertas del infierno no la derrotarán”mt.16,18. Palabras que también nos las hace Jesús a cada uno de nosotros.

Dios cambia nuestros planes y proyectos lo sabemos porque lo hemos visto y lo hemos sentido en nuestra propia vida. pero benditos los planes de Dios y dichosos lo que no se oponen a ellos, porque Dios es fiel siempre a pesar de nuestra infidelidad. Por ello hoy juntos pedimos que el Espíritu de Dios nos conduzca y nosotros seamos dóciles a su espíritu para hacer no nuestra voluntad sino la de aquel que nos llamó, como Él fue fiel a la misión que su Padre le encomendó.  Igualmente se lo pedimos a María la mujer fiel con su si generoso hágase en mi según tu voluntad, que ella como madre nos acompañe en el caminar con su ternura de madre y nos proteja de los peligros que nos acechan en el camino.

Nada fácil  ser obispo, cuando  debe ejercer esa triple misión    de santificar enseñar y gobernar, identificarse con Cristo sacerdote profeta y rey. Con la gracia de Dios y la oración de su pueblo, podrá llevar adelante esta carga que es cruz y servicio a Dios y a su pueblo. Sigamos construyendo ese Reino de Dios en este mundo, reino de paz y justicia, reino de amor y verdad. Levantar la voz de profeta para anunciar y denunciar aunque algunos no les guste. No estamos para contentar y alagar a oídos humanos sino para ser agradable a los ojos de Dios. Recen por mi para que pueda cumplir cada día la misión que Dios me encargó. Y gracias por vuestro apoyo en esta tarea compartida de ser una Iglesia misionera, sinodal y fraterna y hacerlo todo con amor. Celebrémoslo hoy con alegría, sigamos soñando como nos dice el Papa en mi Querida Amazonia, soñemos juntos para que los sueños y esperanzas se hagan realidad con el Espíritu de Dios.

Mons. Rafael Cob