“Por un lado están los rebeldes antigubernamentales de las milicias armadas (14 grupos nacidos de la escisión de la antigua Seleka y los anti-Balaka) y por el otro los contratistas rusos, es decir, los soldados mercenarios aliados con el gobierno, que no respetan las reglas de combate y disparan al montón”. Sor Tutolo habla con Popoli e Missione justo antes de tomar un avión que la llevará a Berberati, uno de sus lugares de misión, partiendo de Bangui, la capital. La preocupación de la misionera, en este momento, está centrada no tanto en la violencia de los rebeldes, ya habitual, cuanto en la presencia de los rusos del Wagner group (objeto en los últimos meses de una investigación lanzada por CNN y por The Sentry, la institución que sigue el dinero sucio que paga tantas guerras en África) y que ha estado hace unos días en el centro de una nueva masacre. La ONU habla de más de 30 civiles muertos, por balas perdidas, en una operación que tuvo lugar del 16 al 17 de enero, hace diez días, cerca de la ciudad de Bria. “Los mercenarios rusos -dice- se están volviendo cada vez más presentes y también se han apoderado del ejército del gobierno: cuando los vemos en la calle cambiamos de dirección, no queremos tratar con ellos porque a menudo son muy violentos, no tienen medias tintas, están aquí para apoyar al presidente Touadera y luchar contra las milicias armadas”.
La Conferencia Episcopal Centroafricana del 14 de enero, pocos días antes de la enésima violencia, hizo público un mensaje denunciando la presencia de “fuerzas extranjeras” sin escrúpulos. “La corrupción, el enriquecimiento ilícito, la mala gestión, la incompetencia y la falta de ética profesional en algunos servicios del Estado, el abuso de autoridad y la injusticia, son síntomas que evidencian la crisis de los valores morales”, escribían los obispos.
Las imágenes que envía la hermana Tutolo a Popoli e Missione son espantosas: niños, jóvenes mutilados y asesinados en la calle, dejados morir en un charco de sangre. “Lo sé, son imágenes impactantes, pero es lo que está ocurriendo y es necesario que se tenga en cuenta”, dice. La misionera se queja también de que la Minusca, la misión de Naciones Unidas que debe defender al pueblo, llegada al país en 2014, no actúa, muchas veces se esconde. Como una maldición, el país es riquísimo en oro, diamantes, manganeso, cobre, hierro y las famosas “tierras raras”. Una atracción para los depredadores.
OMPRESS-REPÚBLICA CENTROAFRICANA (26-01-22)