Este Sínodo
tiene un color rojizo de la sangre de los mártires y un color blanco de los
mensajeros de la paz, un color verde de la vida exuberante de la naturaleza
Amazónica y un color azul de su esperanza, un color amarillo de su sol y un
color cristalino de su agua.
Por si fuera poco, este abanico de colores se complementa con un a rica belleza
de culturas indígenas y mestizas que abren un abanico de propuestas de vida e
inculturación.
No es solo
la selva la que está presente es parte de la vida amazónica, también están sus
gentes, sus pueblos, sus lenguas sus pensamientos y sentimientos que se van desgranando
en el recorrer de los días a través de las numerosísimas intervenciones que en
el aula se han dejado oír, por hombres y mujeres indígenas y como diría el
Papa, “si convoque este Sínodo lo hice por salvar y defender la vida. ·
Diríamos que
este Sínodo puede ser un salva vidas en medio de las tormentas, y de olas
gigantes que amenazan hundir la barca. Veo a Jesús que se acerca como se acercó
a la barca aquel día en el lago de las tormentas donde dice a sus discípulos”
No temáis”, e increpó al viento y se calmaron las aguas.
Pero siempre al final de la jornada nos vamos con ganas de que nuestros sueños
se puedan cumplir. El eco de la voz que resonó durante el día, nos pone alerta
en la noche y con nuevos deseos para el despertar al alba con nuevas
esperanzas.
Si ciertamente hay palabras que pueden sonar a poesía, pero en los versos hay
un mensaje profundo que las palabras no llegan a expresar la lengua sino desde
el corazón que siente y ama. Y entre tantas ideas que se escuchan siempre hay
algunas que como espinas se quedan prendidas en la camisa queriendo
llamar la atención para que nos fijemos en ellas.
Son muy
ricas no solo la propuestas de los padres sinodales sobre puntos importantes
del Instrumento Laboris que nos centra en la Amazonia, pero también los
comentarios al final de la jornada que suelen recoger las sensaciones de
las escuchas.
Es bonito
escuchar ideas que se convergen en propuestas para darnos cuenta de por dónde
van las preocupaciones y deseos, pero también preocupa la cruda realidad de la
profunda selva y de sus comunidades que sufren y se sienten excluidas y
abandonadas.
Los
pueblos piden misioneros y misioneras que acompañen cada día su
vida y su caminar, y nos quedamos como Jesús proyectando nuestra mirada
fija en aquella gente, muchedumbre que le seguía buscando palabras de vida
eterna, y contemplándolos les dijo a sus discípulos: “me da lástima de
esta gente porque andan como ovejas sin pastor ” mt.9,36).Se constata
que los misioneros y misioneras que en la larga historia misionera amazónica
entregan su vida son cada vez menos, y los que hay ,se hacen ya
mayores y no se ve relevo.
Es triste y
preocupa que la ilusión de la vida consagrada por la misión ad-gentes ha
bajado, se pueda tornarse en vez de hacer una Iglesia en salida como dice el
Papa, en una Iglesia protegida. El mismo cuadro se puede ver en los sacerdotes
diocesanos, que les falta espíritu misionero, cantidad de sacerdotes llegan al
primer mundo en vez de fomentar una Iglesia en salida se convierten en
funcionarios de una Iglesia turística o crematista.
El Espíritu
sigue guiando a la Iglesia y no la dejara de iluminar y fortalecer con sus
dones, quizá hemos escuchado que ha llegado la hora de los laicos, la hora de
la mujer, hemos dicho que este Sínodo marcará un antes y un después y que
saldrá una Iglesia más ministerial y menos clerical.
En la
Amazonia hay un nuevo despertar, nuevos caminos para la Iglesia quieren
germinar, son los laicos los que va descubriendo su vocación de bautizados,
llamados a ser protagonistas de la misión, están en pie, lo vemos desde
Aparecida, raíz de una misión permanente en el Continente, cuando alguien sale
para compartir su fe con los demás, es porque ha madurado en su fe, para tener
así, una fe adulta y no infantil, una fe que no se guarda sino que se fortalece
dándola y es por ello que este Sínodo será para ellos el empujón para lanzarse
a la Misión en una Iglesia sinodal y en salida..
Rafael Cob García
Obispo
Vicario Apostólico de Puyo